Y nuestra historia de amor empezó así:
Conocí a un chico alegre y carismático que siempre me miraba por la ventana de mi cuarto y me decía “salga acá afuera”. Y yo le contestaba: “no tengo nada que hacer allá”. Hasta que un día me invitó a ver una película, yo sentía algo de vergüenza, pero acepté, para compartir el momento. Fuimos a un lugar sencillo, estábamos sentados en la vereda, comiendo bollos y viendo la película en un celular, y comprendí, de súbito, lo feliz que pude sentirme. No importaron los lujos o el lugar, sino el sentimiento. La atención que ambos nos dimos.
Pasamos así los días, viendo películas por la tarde. Una de esas, él me besó. Sintió miedo porque pensó que yo no querría, pero no sabía que comenzaba a sentir algo por él. Esos sentimientos aumentaron cada día, pero no los demostraba. No quería que él lo supiera. Ese sentir tan puro me lo quería guardar, porque sabía que en cualquier momento él se iría. No quería ilusionarme y sufrir, por eso le pedí a Dios no enamorarme de él, pero fue imposible. Y pasó tan rápido como nunca lo había hecho.
Recordé la frase que dice: “no es el tiempo, es la persona”. Así sucedió con él. Es un chico cariñoso, atento, amoroso, no le da miedo ni vergüenza nada. Cómo no enamorarme de él si es tan igual a mí. Justo lo que le pedí a Dios, antes de conocerlo. Todo iba bien, hasta que me dijo que se iría a Santo Domingo; me invadió la tristeza y derramé mares de lágrimas. Me sentía muy unida hacia él, mis emociones eran muy fuertes. No quería que se fuera, lo quería a mi lado. Ese día le dije cómo me sentía con él y su contestación fue: “lo único que me mantuvo fuerte fue que tuvieras confianza en mí” y se fue, pero estuvo en contacto conmigo siempre y nunca me dejó sola.
Un primero de mayo regresó. Yo estaba muy contenta y comprendí que puede haber confianza entre dos personas. Que el amor verdadero existe. El mío se llama Darwin Criollo, ahora lo sé.
En el momento en que llegó lo abracé y besé fuertemente, no lo quise soltar…Me dije a mí misma que todo lo que sintiera se lo demostraría ahora, sin miedo a nada. Porque es el amor de mi vida; el medio limón que tanto busqué. Me convencí, en ese día, que se puede dar otra oportunidad para amar y dar lo mejor de mí en ello. Soy tan feliz a su lado. Nos inventamos cualquier cosa para no aburrirnos y sentirnos felices.
Días después de su regreso, me avisó que se iría nuevamente y la tristeza volvió. Ya estaba acostumbrada a tenerlo conmigo, todo sería distinto otra vez. Pero él siempre me dijo que confiara, que me mantuviera positiva. Y así lo hago. Se fue por siete días, siete días en que sentí que todo me hacía falta. Pero estuvo en contacto siempre, hacíamos videollamada y no me dejaba sola. Y es que cómo no amarlo, si con él lo tengo todo. Cuando regresó lo abracé como si hubieran pasado años. Cociné para él, que no lo hago tan bien, pero sí con mucho amor. Compartimos tardes muy bonitas.
Aún me asombro de lo rápido que me enamoré. No sé cómo pasó, pero lo que siento es verdadero. A su lado cada día es diferente, hacemos muchas cosas juntos, lavamos los platos, cocinamos, hacemos bollos…Ay Dios, nunca había sentido tanta felicidad conmigo, como ahora que estoy con él. No tengo por qué buscar a alguien más, en verdad este hombre lo tiene todo. No se compara con nadie.
Ya cumplimos un mes juntos y espero así siga por mucho tiempo, cumpliendo meses a lado del amor. Sé que en una relación puede haber discusiones, pero lo más bonito de la nuestra es que nos sabemos comprender y resolvemos rápidamente los problemas. Cada día lo vivimos como si fuera el último, nadie sabe qué puede pasar mañana.
Te amo mucho mi amor, mi precioso Darwin Criollo. Eres lo más lindo y maravilloso que tengo a mi lado. No te fallaré, porque el amor que siento por ti es verdadero. Y esta es nuestra historia de amor, la más bonita, sigue creciendo más, sin que nos arrepintamos de nada.
Darwin y Daniela. Hasta que Dios nos mantenga juntos.